Si queremos explorar otra dimensión de nuestra conciencia deberemos sentarnos tranquilamente, para estar con nosotros, en silencio. Nuestra mente ha comprendido que debe relajarse en la suspensión. Si, mientras estamos sentados, nuestra mente espera que suceda algo, que pueda coger o adquirir, de la que pueda obtener un placer, entonces no habrá silencio, porque habrá una tensión de espera. Si el ego se acurruca en un ángulo de la conciencia esperando que suceda algo interesante, entonces no vivimos en el espacio del silencio, que es la vacuidad.
Pueden sucedernos, aún así, cosas, experiencias extrañas que pueden satisfacer nuestra mente. Incluso pueden producir cambios en la cualidad de nuestra mente, pero todo ocurre a nivel mental, la totalidad del ser no crece por eso. No nos engañemos, tenemos prisa por cambiar, pero no de crecer. La ansiedad de las experiencias no implican crecimiento, algo que sucederá en la totalidad de nuestro ser, no en un fragmento de él.
El ego no puede provocar una transformación, la mente no puede conseguir la liberación. Pero cuando la conciencia egoica se relaja en la “no acción”, aparece el silencio y la energía incondicionada, universal, actúa sobre nuestro ser, lo llena de un vigor y de una totalidad totalmente nueva y funciona a través de él.
0 comentarios:
Publicar un comentario